La resistencia al agua es una de las características más habituales en un teléfono de gama alta, y cada vez hay más modelos de gama media que también cuentan con algún tipo de certificación que garantiza que se pueden sumergir sin problema alguno. ¿O no es así?
Te lo decimos porque hay un dato que deberías tener en cuenta: tu teléfono no es sumergible y su resistencia al agua no durará para siempre. Más que nada porque puedes incluso tener problemas con la garantía si tu teléfono sufre algún percance relacionado con el agua.
Un buen ejemplo lo tenemos en Apple, donde puedes ver la siguiente anotación en la descripción del iPhone XS: «El iPhone XS y el iPhone XS Max son resistentes a las salpicaduras, al agua y al polvo y se probaron bajo control condiciones de laboratorio con una clasificación de IP68 según la norma IEC 60529 (profundidad máxima de 2 metros hasta 30 minutos). La resistencia a salpicaduras, agua y polvo no son condiciones permanentes y la resistencia puede disminuir como resultado del desgaste normal«. Y no es el único caso, y que Samsung también hace algo parecido, como podrás comprobar más adelante.
No, tu teléfono realmente no es sumergible
Cuando el fabricante coreano presentó el Samsung Galaxy S10, pudimos ver un elemento muy curioso en su publicidad. Más que nada porque indica que es resistente al agua y al polvo, pero no indican nada de sumergible.
Y el motivo es que de esta forma se evitan posibles demandas. Pero, ¿cómo es que tu teléfono no es sumergible realmente? Para responder a esta pregunta, antes toca hablar de la certificación que garantiza la resistencia al agua.
Para empezar, las más habituales a día de hoy son las certificaciones IP67 e IP68. El primer dígito hace referencia al polvo, mientras que el segundo hace referencia al agua. Y cuanto más alto sea el número, más resistente será el móvil al agua.
Antes te hemos comentado que la certificación IP67 garantiza que puedes sumergir el dispositivo a una profundidad máxima de 2 metros hasta 30 minutos. Pero este dato solo es válido cuando tienes el teléfono recién comprado. El motivo es que, con el paso del tiempo tu móvil puede sufrir golpes, caídas y cualquier otro tipo de desgaste que pueda afectar a la protección. Y el paso del tiempo es el peor enemigo para estas certificaciones.
De esta manera, cualquier teléfono con una certificación IP67 o IP68 no tendrá problema alguno si se derrama algún líquido sobre él (aunque si tienes alguna rotura en la pantalla, o con el paso de los años, tampoco ofrecerá esta protección).
Pero si llevas con el mismo teléfono muchos años, o sencillamente le has dado demasiada caña, mejor evitar que se moje, ya que igual ya no cuenta con ningún tipo de protección. ¿Y qué pasa si sumerges el terminal? Pues, mejor que te des prisa en sacarlo del agua y secarlo lo antes posible, tu flamante teléfono de gama alta se podría convertir en un caro pisapapeles…